¿Quieres hacer más ejercicio? Acuéstate más temprano, sugiere un estudio

El conocido refrán “acostarse temprano y levantarse temprano” no solo favorece la salud, la riqueza y la sabiduría, también se relaciona con una mayor actividad física diaria, según un estudio reciente publicado el 30 de junio en Proceedings of the National Academy of Sciences.
La investigación reveló que quienes se van a dormir más temprano tienden a estar más activos físicamente. Por ejemplo, aquellos con una hora habitual de sueño cercana a las 9 de la noche realizaron, en promedio, 30 minutos más de ejercicio moderado o intenso cada día, en comparación con quienes se acuestan alrededor de la 1 de la madrugada.
Incluso una diferencia de solo dos horas en el horario de sueño puede afectar negativamente el nivel de actividad física del día siguiente. Quienes se durmieron a las 9 p.m. realizaron cerca de 15 minutos más de ejercicio que los que lo hicieron a las 11 p.m.
“Tanto dormir como mantenerse físicamente activo son fundamentales para una buena salud, pero hasta ahora no entendíamos completamente cuán interrelacionados están en la vida cotidiana”, explicó Elise Facer-Childs, investigadora sénior de la Facultad de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Monash en Australia, a través de un comunicado.
El estudio analizó los hábitos de casi 20,000 personas que utilizaron un dispositivo en la muñeca para registrar sus patrones de sueño y actividad física durante un año. En promedio, los participantes solían dormirse alrededor de las 11 p.m.
Los datos revelaron que acostarse más temprano y dormir menos tiempo de lo habitual se vinculaba con niveles más altos de actividad física, mientras que extender el sueño o retrasar la hora de acostarse se asociaba con menor ejercicio. Estos resultados fueron corroborados por otro estudio con datos de Fitbit, en el que participaron cerca de 6,000 personas.
Josh Leota, autor principal del estudio e investigador en psicología en la Universidad de Monash, indicó que los horarios laborales convencionales podrían estar afectando negativamente la rutina de ejercicio, especialmente entre quienes son más activos durante la noche. “Las jornadas tradicionales de 9 a 5 pueden no ajustarse a los ritmos naturales de los noctámbulos, generando una especie de ‘jet lag social’, que deteriora la calidad del sueño, provoca más somnolencia durante el día y reduce la motivación y el tiempo para ejercitarse”, explicó.
Una conclusión destacada del estudio fue que las personas que lograban acostarse más temprano sin reducir sus horas habituales de sueño eran las que registraban los mayores niveles de actividad física al día siguiente.
Para Leota, estos hallazgos tienen un valor importante en términos de salud pública. En lugar de promover por separado el ejercicio y el sueño, sugiere que las campañas podrían enfocarse en fomentar rutinas más tempranas para mejorar naturalmente el nivel de actividad. “Un enfoque integral que tenga en cuenta cómo se relacionan estas dos conductas esenciales podría generar mejores resultados tanto para la salud individual como colectiva”, concluyó.
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