¿Sauna versus jacuzzi: cuál es la mejor terapia térmica para ti?

Al momento de decidir entre usar sauna o jacuzzi, la diferencia va más allá de una simple preferencia personal. Aunque ambos métodos de terapia térmica ofrecen beneficios para el cuerpo, recientes estudios científicos muestran que no producen los mismos efectos ni con igual intensidad.
La manera en que el cuerpo responde al calor —ya sea por inmersión en agua caliente o exposición al vapor— puede afectar de forma distinta la circulación sanguínea, la presión arterial y el sistema inmunológico, según reporta Newsweek. Entender estas reacciones permite identificar cuál de las dos opciones genera un impacto fisiológico más inmediato y significativo, según expertos de reconocidos centros internacionales.
Un grupo de investigadores del Centro de Ciencias del Deporte Bowerman, perteneciente a la Universidad de Oregón, realizó un estudio para comparar tres tipos comunes de terapia térmica: sauna seca tradicional e inmersión en jacuzzi. El propósito fue evaluar cuál de estas modalidades ofrece mayores beneficios fisiológicos a corto plazo.
Participaron veinte jóvenes adultos sanos, hombres y mujeres activos, con edades entre veinte y veintiocho años, quienes asistieron a sesiones de cada modalidad. Durante las sesiones, los investigadores midieron temperatura corporal, ritmo cardíaco, presión arterial y diferentes marcadores inmunológicos antes y después de la exposición.
Según el informe de Newsweek, esta es la primera investigación que realiza una comparación directa de estas técnicas en un ambiente controlado.
Los resultados mostraron que, aunque todas las terapias elevaron la temperatura corporal, el baño en jacuzzi fue el que logró aumentar más la temperatura central, factor clave para activar procesos fisiológicos beneficiosos. Este calentamiento intenso es el que desencadena respuestas más notorias en el sistema cardiovascular e inmunitario.
Solo la inmersión en agua caliente generó una respuesta inflamatoria detectable, evidenciada por cambios en las citocinas y en la composición celular del sistema inmunológico. Además, produjo una reducción temporal en la presión arterial, un efecto considerado positivo para la salud cardiovascular.
Esta diferencia se explica porque el cuerpo maneja el calor de distinta manera: en la sauna, puede liberar calor mediante el sudor, mientras que en el agua caliente esta posibilidad es menor, lo que genera un mayor estrés térmico y fortalece las reacciones internas. El aumento de la temperatura central provoca una dilatación del flujo sanguíneo que beneficia directamente a los vasos.
La Cleveland Clinic, referente en medicina cardiovascular, confirma que la inmersión en agua caliente dilata los vasos sanguíneos, lo que contribuye a bajar la presión arterial y mejorar la circulación. Además, el calor relaja los músculos y disminuye el estrés, coincidiendo con los resultados del estudio de Oregón.
Por su parte, la Mayo Clinic indica que el calor profundo —como el que se alcanza en saunas o baños calientes— puede generar efectos similares a los del ejercicio moderado, como el aumento de la frecuencia cardíaca y la sudoración. Aunque estos efectos no reemplazan la actividad física, pueden contribuir al bienestar general cuando se practican con regularidad.
Jessica Atencio, líder del estudio y estudiante de doctorado en el laboratorio del profesor Christopher Minson, explicó que la inmersión en agua caliente fue la más efectiva para elevar la temperatura central, que es el principal estímulo para las respuestas fisiológicas posteriores.
El profesor Minson, con más de dos décadas de experiencia en estudios sobre terapias de calor, señaló que la exposición repetida a estas temperaturas puede tener efectos positivos acumulativos en la salud, siempre que se complemente con ejercicio.
Para quienes no disponen de jacuzzi, Newsweek indica que un baño caliente casero puede ser igual de efectivo si el agua alcanza una temperatura suficiente para inducir sudoración, que indica la activación de procesos de circulación y termorregulación.
Combinar esta práctica con ejercicio, alimentación balanceada y descanso adecuado puede potenciar sus beneficios. No obstante, los resultados del estudio se aplican a jóvenes sanos y no se pueden generalizar a niños o personas con enfermedades crónicas.
Ambas instituciones, Cleveland Clinic y Mayo Clinic, destacan la importancia de adaptar estas prácticas a las condiciones personales. Cleveland Clinic advierte precaución en personas con problemas cardíacos, ya que un aumento brusco de temperatura puede alterar la presión arterial y presentar riesgos si no se controla bien.
Mayo Clinic sugiere que las terapias térmicas, como la sauna y los baños calientes, pueden ser útiles como complemento en el tratamiento de ciertas enfermedades crónicas, como hipertensión o artritis, siempre bajo supervisión médica. Así, su uso responsable podría ser una herramienta terapéutica dentro de un estilo de vida saludable.
Actualmente, el equipo de investigación está ampliando su estudio hacia adultos mayores, quienes enfrentan mayores dificultades para regular la temperatura corporal, especialmente ante el aumento de olas de calor derivadas del cambio climático. Minson explicó a Newsweek que con la edad la capacidad para adaptarse al calor disminuye, lo que eleva el riesgo ante condiciones térmicas extremas.
La exposición controlada al calor, como la inmersión en agua caliente, podría ayudar a preparar el cuerpo para resistir mejor las condiciones ambientales adversas, constituyendo una medida preventiva ante el calentamiento global.
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