Con motivo del Día Internacional del Síndrome de Dravet, se destaca la relevancia de conocer esta compleja enfermedad genética.
De acuerdo con el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud, el Síndrome de Dravet afecta principalmente a niños entre los 4 y 12 meses, quienes en un inicio tienen un desarrollo cognitivo normal. Sin embargo, el manejo se complica debido a las convulsiones prolongadas y la resistencia a los tratamientos farmacológicos habituales.
Este síndrome es una forma poco común de epilepsia que se caracteriza por convulsiones febriles que suelen durar más de 10 minutos. Estas crisis son solo el comienzo de una serie de episodios epilépticos que incluyen convulsiones tónico-clónicas, mioclónicas y ausencias atípicas.
Uno de los mayores retos es la resistencia a los medicamentos antiepilépticos convencionales, lo que requiere un enfoque terapéutico especializado.
La causa principal del Síndrome de Dravet es una mutación en el gen SCN1A, presente en cerca del 80% de los casos. Esta alteración afecta el funcionamiento de los canales de sodio en el cerebro, generando las crisis epilépticas. Es importante mencionar que en muchos casos esta mutación es de novo, es decir, no se hereda, lo que dificulta el diagnóstico y tratamiento.
El diagnóstico requiere una historia clínica completa, que incluya el inicio y tipo de convulsiones, así como antecedentes familiares. Los estudios genéticos son clave para confirmar la mutación en el gen SCN1A. Aunque en etapas iniciales el electroencefalograma y la resonancia magnética pueden ser normales, estos exámenes son esenciales para el seguimiento.
El tratamiento se basa en el uso de antiepilépticos específicos como clobazam, valproato y cannabidiol (CBD). Se recomienda evitar fármacos como carbamazepina y lamotrigina, ya que pueden agravar las convulsiones. Además, la dieta cetogénica y terapias de apoyo como la fisioterapia y la terapia del lenguaje pueden ser beneficiosas.
El Síndrome de Dravet es un trastorno crónico; aunque la severidad de las convulsiones puede reducirse con el tiempo, la mayoría de los pacientes necesitan atención médica y educativa constante. El pronóstico varía, pero un diagnóstico oportuno y un tratamiento adecuado pueden mejorar notablemente la calidad de vida.
El respaldo de la familia y el equipo médico es fundamental para afrontar los retos que implica el Síndrome de Dravet. Las redes de apoyo y la sensibilización sobre esta enfermedad son esenciales para optimizar el cuidado y permitir que pacientes y familias enfrenten esta condición con mayor esperanza y recursos.