Trabajo permanente sobre la sensibilización hacías las personas con discapacidad
Septiembre es el mes de la sensibilización de la discapacidad pero es una labor que debe realizarse todo el año

En el marco de las actividades conmemorativas de septiembre, se encuentra una fecha que, aunque muchas veces pasa desapercibida, guarda una profunda relevancia social: el Mes de la Discapacidad. A lo largo de este mes, instituciones, asociaciones civiles y centros de atención integral se movilizan para visibilizar los retos que enfrentan diariamente las personas con discapacidad, y promover un cambio de actitud en la sociedad.
En este contexto, el Centro de Rehabilitación Integral (CRI) ha impulsado diversas acciones encaminadas a crear conciencia, respeto e inclusión, no sólo en instituciones, sino también en la vida diaria de cada ciudadano. Jesús González, director del CRI, destacó que estas actividades no deben limitarse a una conmemoración temporal, sino que deben mantenerse de manera constante durante todo el año.
“Crear conciencia y respeto hacia este sector de la población es una tarea que nos corresponde a todos. Es una labor diaria, no de un solo mes. Si queremos cambiar como sociedad, debemos empezar por entender que todos tenemos un papel en la inclusión”, expresó el director.
La discapacidad, una realidad que se vive día a día
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), más de 6.1 millones de personas en México viven con algún tipo de discapacidad, lo que representa aproximadamente el 5% de la población total. Entre las discapacidades más comunes se encuentran las limitaciones para caminar, ver, escuchar, hablar, o realizar actividades cotidianas sin apoyo. En Coahuila, el panorama es similar, con miles de personas enfrentando diariamente barreras físicas, sociales y culturales que limitan su plena integración.
A pesar de avances en materia de infraestructura incluyente y leyes de protección, muchas personas con discapacidad aún viven en condiciones de desventaja. Esto va más allá de rampas o elevadores: se trata de barreras actitudinales, prejuicios, estigmas y falta de empatía por parte del entorno.
Jesús González lo explica con claridad:
“Cuando no vivimos una situación como la de estas personas, es difícil comprenderla. Pero si hiciéramos el esfuerzo de ponernos en sus zapatos, aunque sea por un momento, tendríamos una mayor perspectiva de todo lo que enfrentan día a día. Desde subir al transporte público hasta encontrar un empleo digno o simplemente ser escuchados”.
Actividades de sensibilización: más que eventos, experiencias que transforman
Durante este mes, el CRI ha realizado charlas, talleres, exposiciones y convivencias dirigidas tanto a instituciones educativas como al público en general. Una de las estrategias más efectivas ha sido el uso de dinámicas inmersivas, donde los participantes experimentan temporalmente limitaciones físicas o sensoriales, como moverse en silla de ruedas, utilizar un bastón para ciegos o comunicarse a través de lenguaje de señas.
Estas experiencias han sido particularmente impactantes en escuelas primarias y secundarias, donde los niños y jóvenes muestran una gran apertura a entender las diferencias y fomentar el respeto.
“Nos enfocamos mucho en los niños porque ellos son el futuro. Si desde pequeños aprenden a convivir con empatía, inclusión y solidaridad, el cambio social es posible”, agregó González.
Además de las actividades formativas, también se han promovido campañas visuales en redes sociales y espacios públicos, con mensajes que buscan desmontar mitos y cambiar la forma en que se percibe a la discapacidad. Frases como “La discapacidad no está en la persona, sino en las barreras que enfrenta” o “Todos tenemos capacidades diferentes” han sido parte de esta estrategia comunicativa.
Educación e inclusión laboral: los pendientes urgentes
Una de las áreas donde más se evidencian las desigualdades es el ámbito educativo y laboral. Aunque existen leyes que obligan a instituciones y empresas a incluir a personas con discapacidad, en la práctica las oportunidades siguen siendo limitadas.
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS), el 25% de las personas con discapacidad en México ha declarado haber sido discriminado por su condición. A esto se suman factores como la falta de accesibilidad en escuelas, transporte, oficinas, y una escasa formación del personal para atender adecuadamente a este sector.
Jesús González subraya que la inclusión no solo es una obligación moral, sino una oportunidad de enriquecimiento colectivo:
“Una persona con discapacidad no es menos capaz, simplemente necesita los apoyos adecuados. Hemos visto casos de jóvenes brillantes, trabajadores comprometidos, artistas talentosos. El problema no es su discapacidad, sino la falta de apertura del entorno para recibirlos”.
El papel de las familias y la comunidad
El trabajo de sensibilización también involucra a las familias. En muchos casos, las personas con discapacidad enfrentan aislamiento no por rechazo externo, sino por sobreprotección o desconocimiento dentro de su propio núcleo familiar.
Desde el CRI, se ofrece orientación psicológica y talleres para familiares, con el objetivo de fomentar la autonomía de sus seres queridos y evitar actitudes que, aunque bien intencionadas, pueden limitar su desarrollo personal.
Asimismo, se invita a la comunidad a participar de manera activa en la integración de personas con discapacidad. Pequeños actos como ceder el paso, evitar obstruir rampas, usar lenguaje respetuoso o simplemente mirar a la persona y no a la discapacidad, hacen una gran diferencia.
Hacia una sociedad más incluyente
Aunque septiembre es un mes para visibilizar y reflexionar sobre la discapacidad, la verdadera transformación requiere un compromiso sostenido. Se trata de cambiar la forma en que concebimos la diferencia, de pasar del asistencialismo a la participación activa, de reconocer derechos, capacidades y dignidad.
Desde el CRI y otras instituciones del estado, el mensaje es claro: la inclusión empieza en el corazón y se construye con acciones cotidianas. No basta con conmemorar un mes; es necesario asumir una postura de empatía permanente.
El trabajo en pro de las personas con discapacidad no se limita a la atención médica o terapéutica. Es un trabajo cultural, educativo y profundamente humano. Y aunque aún queda camino por recorrer, testimonios como el de Jesús González y los esfuerzos del CRI en Piedras Negras demuestran que cuando hay voluntad, compromiso y sensibilidad, es posible construir una sociedad en la que todos tengamos un lugar.
Noticias del tema