Trastornos mentales en Monclova es una realidad latente; DIF atiende hasta 30 nuevos pacientes al mes

La crisis emocional y el abandono social elevan la demanda de atención psicológica en Monclova.

En Monclova, los trastornos mentales se han vuelto una problemática cada vez más visible: desde personas funcionales que enfrentan ansiedad y depresión debido al estrés económico, hasta individuos que deambulan por las calles con padecimientos severos y sin apoyo familiar.

El Hospital DIF Municipal atiende aproximadamente 30 nuevos casos al mes, de los cuales casi la mitad ya llega con un diagnóstico previo o un historial clínico.

Casos en la ciudad

Con falta de comprensión de la realidad, Jorge Roberto Torres López, originario de Nácori, Sonora, vive en el monte, al ser expulsado de la rotonda Panamericana en prolongación Lázaro Cárdenas, donde vivía en una casa de campaña o a la intemperie

Recientemente dijo que “se lo llevó la patrulla” y le dijeron que no volviera a estar ahí, así que regresó al monte, donde ya había estado.

Jorge no logra mantener una conversación prolongada ni acierta a explicar los sucesos, recorre un camino a diario en busca de botes y comida y, aunque recibió el apoyo de un albergue temporal, prefiere vivir en la calle.

Llegó a Monclova al ser extraditado de Estados Unidos por la frontera de Coahuila, y se quedó por aquí debido a que tiene algo de trastorno en su mente por secuelas de golpes en la cabeza y drogas, aunque actualmente no consume.

Recuerda que tiene una hermana en Sonora, pero perdió contacto con ella desde hace muchos años.

Dos realidades: pacientes funcionales y personas abandonadas

La psicóloga Martha Juárez Rodríguez, con más de 10 años de experiencia clínica, explicó que actualmente se observan dos perfiles:

1. Personas sin retraso mental que presentan cuadros de ansiedad, depresión o crisis emocionales.

2. Personas en situación de calle, con trastornos mentales severos, frecuentemente abandonadas por sus familias o sin redes de apoyo.

“Es muy triste y preocupante ver a gente viviendo en condiciones desagradables, ausentes y solos por las calles. Muchos han sido abandonados por episodios de agresividad o porque sus familias no saben cómo manejarlos”, señaló.

Mitad de los nuevos pacientes ya llega con diagnósticos previos.  De los 30 nuevos casos mensuales, la psicóloga detalló que entre 15 y 20 corresponden a personas con antecedentes de trastornos mentales diagnosticados, como depresión mayor, bipolaridad, esquizofrenia o trastornos de ansiedad severos.

El resto son casos emergentes, principalmente reacciones de ansiedad, que de no atenderse pueden escalar a trastornos más complejos. La mayoría de los pacientes están en un rango de 30 a 60 años, y en la actualidad es más frecuente que la atención sea solicitada por mujeres.

Adicciones, herencia y crisis emocionales: factores detonantes.  Juárez explicó que las enfermedades mentales pueden surgir por múltiples causas:

-Herencia familiar, especialmente en trastornos como bipolaridad o esquizofrenia.

-Adicciones, principalmente al consumo de drogas, que deterioran el funcionamiento mental.

-Impactos emocionales fuertes, como la muerte de un familiar, accidentes o situaciones de violencia.

-Crisis económicas, ansiedad por desempleo o estrés cotidiano.

Señaló que la pandemia de COVID-19 y, posteriormente, la crisis generada por Altos Hornos de México (AHMSA), incrementaron los casos de ansiedad y depresión en la ciudad, provocando un aumento de alrededor del 30% en la demanda de atención psicológica.

Falta de instituciones y abandono familiar agravan el problema

Aunque existen centros psiquiátricos en Saltillo y Parras, la especialista explicó que la capacidad es limitada y que muchos pacientes no pueden permanecer internados por periodos prolongados. Tras una estabilización de dos o tres meses, suelen ser dados de alta con medicación.

El mayor problema surge cuando no existe seguimiento familiar

“Las instituciones pueden apoyar, pero si no hay familia que continúe el proceso, la persona vuelve a quedar a la deriva”, advirtió.

Esto provoca que algunos enfermos mentales vuelvan a las calles, sin control emocional ni medicación.

La atención debe ser dual: psiquiatra y psicólogo. 

La psicóloga destacó que la atención ideal incluye tanto tratamiento farmacológico como terapia emocional.

“El medicamento estabiliza químicamente, pero las emociones deben trabajarse con un psicólogo. Uno sin el otro no funciona”, explicó.

Llamado a las familias: “La esperanza existe si hay apoyo”.  Juárez enfatizó que incluso en los casos más severos “sí hay esperanza”, siempre que exista intervención institucional y participación familiar.

Pidió a la población reportar a personas vulnerables en situación de calle para que puedan recibir evaluación y canalización adecuada, y exhortó a las familias a informarse y solicitar orientación sin miedo.

“Si alguien nota que un familiar presenta síntomas, que no dé por hecho que está bien. Que pregunte, que se acerque a las instituciones. La salud mental no es un problema: es algo que podemos atender”, concluyó.

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