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Trump apoya al cobre con exención, pero suben precios en EU

Aranceles
Agencias / El Tiempo
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La decisión del presidente Trump de eximir de aranceles al cobre refinado, pero gravarlos en productos manufacturados, genera un escenario donde las empresas nacionales se benefician y los consumidores podrían enfrentar costos más altos.

En un movimiento que ha captado la atención de la industria y los analistas económicos, los principales productores estadounidenses de cables y alambres de cobre han anunciado aumentos de precios apenas unas semanas después de que el presidente Donald Trump emitiera una sorpresiva orden ejecutiva eximiendo de aranceles a las importaciones de cobre refinado. Esta aparente contradicción subraya las complejas dinámicas de la política comercial y su impacto final en el mercado y los consumidores.

Southwire Company, uno de los mayores fabricantes de cables de Norteamérica, y Cerro Wire LLC, una importante empresa del sector propiedad del conglomerado Berkshire Hathaway, implementaron incrementos del 5% en una amplia gama de sus productos, según un análisis de Bloomberg basado en sus hojas de precios publicadas. Este hecho sugiere que, contrario a lo que se podría esperar tras una medida para abaratar una materia prima crítica, los consumidores e industrias estadounidenses podrían terminar pagando más por productos esenciales en construcción e infraestructura.

La Decisión Clave de la Política Comercial

El origen de esta situación se remonta a la reciente decisión del gobierno federal sobre su política de aranceles. El presidente Trump decidió aplicar un arancel de importación del 25% no sobre el cobre refinado sin procesar (el commodity básico), como muchos en el mercado anticipaban, sino exclusivamente sobre los productos manufacturados que contienen cobre, como alambres, cables y tuberías.

Esta distinción es crucial. Significa que las empresas estadounidenses que transforman el cobre en productos terminados, como Southwire y Cerro Wire, ahora importan su materia prima principal (el cobre refinado) sin el sobrecosto del arancel. Sin embargo, cualquier competidor internacional que quiera vender cables o alambres ya manufacturados en el mercado estadounidense debe pagar ese 25% extra en la frontera, encareciendo sus productos y reduciendo drásticamente su competitividad.

¿El resultado? Una ventaja competitiva significativa para los productores nacionales, quienes pueden acceder a la materia prima a un costo menor del previsto, mientras sus rivales extranjeros enfrentan una barrera artificialmente alta.

El Beneficio para los Productores Nacionales

Los analistas señalan que esta medida posiciona a un pequeño grupo de empresas de procesamiento de cobre en EE.UU. como los principales y más directos beneficiarios de la política arancelaria"La exención actúa como un subsidio efectivo para los fabricantes nacionales", explicaba un reporte del sector. "Reducen su costo de materia prima en relación al escenario esperado, mientras su competencia directa se ve penalizada".

En esencia, la medida protege y fortalece la industria de transformación local. Al eliminar el arancel para el insumo pero mantenerlo para el producto terminado, la administración protege los puestos de trabajo en las plantas de fabricación de cables en suelo estadounidense. Sin esta protección, argumentan algunos, estas fábricas podrían verse obligadas a competir de manera desleal con manufacturers de países con costos laborales más bajos y estándares ambientales menos estrictos.

Sin embargo, esta protección tiene un costo que, según la lógica del mercado, termina siendo trasladado a lo largo de la cadena de suministro. El reciente aumento de precios del 5% por parte de Southwire y Cerro Wire, pese a beneficiarse de costos de material más bajos, indica que estas empresas están capitalizando su posición fortalecida en el mercado.

El Impacto Inflacionario para el Consumidor

La gran pregunta es: ¿quién termina pagando la factura de esta política? La respuesta, coinciden los expertos, es el consumidor y las industrias que dependen de estos productos. A pesar de que el precio internacional del cobre ha mostrado cierta volatilidad a la baja, el costo de los bienes que lo contienen podría no seguir la misma tendencia.

EE.UU. importa cientos de miles de toneladas de bienes que contienen cobre cada año. Hasta que el país desarrolle una capacidad de fabricación interna suficiente para satisfacer toda su demanda doméstica—un proceso que requiere inversiones masivas y años en materializarse—, el mercado dependerá de estas importaciones, ahora gravadas.

El arancel del 25% sobre cables, alambres y otros productos manufacturados importados actúa como un impuesto inflacionario. Los importadores deben absorber este costo o, como es más probable, trasladarlo a sus clientes (constructoras, fabricantes de electrodomésticos, utilities eléctricas). Estos, a su vez, terminan trasladando el costo incrementado a sus precios finales, afectando proyectos de infraestructura, el costo de la vivienda nueva y una amplia gama de bienes de consumo.

Por lo tanto, el alivio para los productores nacionales se convierte en una presión de costos para el resto de la economía, creando un efecto inflacionario localizado que contradice la caída en el precio de la materia prima base.

 

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