El estrés social podría estar llevando a algunas personas transgénero y de género diverso (TGD) a enfrentar dificultades económicas graves, según un estudio pequeño.
Las personas cuya identidad de género no coincide con su sexo asignado al nacer tienden a consumir más alcohol y hacerlo de manera más riesgosa que sus pares cisgénero heterosexuales, según un estudio publicado el 6 de julio en la revista Alcohol: Clinical & Experimental Research.
El consumo excesivo parece estar vinculado a la forma en que estas personas manejan el estrés relacionado con su identidad de género, según entrevistas realizadas a 40 jóvenes canadienses TGD de entre 18 y 29 años.
“El estrés que enfrentan las minorías de género también se relaciona con factores de riesgo asociados al alcohol, como el malestar psicológico, emociones negativas, razones para beber y el deseo de hacerlo”, explicó el equipo de investigación liderado por Sarah Dermody, profesora asociada en la Universidad Metropolitana de Toronto, Canadá.
En la investigación, los científicos hicieron un seguimiento durante 21 días a estos jóvenes, utilizando encuestas diarias breves para monitorear su consumo de alcohol, uso de otras sustancias y niveles de estrés psicológico.
Los resultados muestran que, en promedio, los participantes bebieron alcohol en seis de esos 21 días, consumiendo unas tres bebidas en cada ocasión, y experimentaron estrés vinculado a la minoría de género en 10 de esos días.
Durante los días en que el estrés fue más intenso, el consumo de alcohol aumentó, aunque no hubo un incremento en daños inmediatos asociados, como desmayos, peleas o conductas sexuales de riesgo.
“Esto sugiere que el estrés relacionado con la minoría de género está más ligado al consumo diario de alcohol que a daños inmediatos”, indicaron los investigadores. “Los efectos negativos relacionados con el estrés y el alcohol pueden desarrollarse a lo largo de períodos más largos que los observados día a día”.
Las personas TGD con mayor resiliencia, gracias a su sentido de comunidad y orgullo, tendían a consumir menos alcohol y beber menos para afrontar el estrés.
No obstante, esta misma resiliencia también impulsaba a algunos a beber para integrarse socialmente, aumentar el disfrute o fortalecer relaciones, añadieron los científicos.
“Aunque los resultados son correlacionales, aportan evidencia a la creciente investigación que señala la importancia de reducir el estrés que enfrentan las minorías de género”, concluyeron. “El estrés es una realidad constante en la vida diaria de los jóvenes TGD y puede combatirse con intervenciones estructurales que eliminen políticas y prácticas transfóbicas y discriminatorias”.