Un virus machaca a Doncic y, por ende, las opciones de los Lakers

El cuento de hadas de los Lakers frente a los Timberwolves está cambiando de matices conforme avanza la serie. Más que tensión, lo que domina es el aspecto físico, que está siendo decisivo. El dorado de los Lakers luce más apagado, casi ocre.
Tras ser ampliamente superados en el primer partido y ajustar con éxito en el segundo, el tercer encuentro abrió otro panorama: tan importante es evitar repetir errores como provocar los del rival. Los angelinos necesitan urgentemente un impulso, o mejor aún, una auténtica descarga, porque el peso del equipo recae casi exclusivamente en LeBron James y Luka Doncic. En este duelo, James tuvo que asumir el rol de héroe debido a los problemas físicos de Doncic, y más allá de Reaves —quien es la tercera pieza más confiable—, las opciones son limitadas.
Los Lakers requerían una victoria en el Target Center para recuperar el factor cancha que habían perdido en el primer partido, pero no lo consiguieron: cayeron 116-104. Doncic, afectado por un virus estomacal que lo debilitó severamente (sobre todo en una primera mitad en la que estuvo prácticamente ausente), no pudo rendir al máximo. Mientras tanto, los Timberwolves hicieron su tarea: redujeron los errores de Randle, convirtieron a Jaden McDaniels en una fuerza dominante en ambos lados de la cancha, pusieron el balón en las manos de Edwards y aprovecharon todo el potencial de su plantilla, a pesar de su conocida volatilidad. Ahora dominan la serie 2-1. El próximo partido será clave: este domingo a las 21:30, horario en el que Doncic suele sacar fuerzas de flaqueza.
Los Lakers pagaron caras las pérdidas de balón del inicio. Aunque lograron mantenerse cerca en el marcador durante gran parte del encuentro, el fondo físico y la variedad ofensiva de Minnesota terminaron marcando la diferencia ante una plantilla angelina plagada de altibajos.
Anthony Edwards, a quien muchos ven como el próximo gran rostro de la NBA, brilló con luz propia: 29 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias, además de un control absoluto en el tramo decisivo del partido, cuando lideró un parcial de 13-1 que sentenció a los Lakers.
Aunque los Timberwolves sienten la presión, hasta ahora han sabido gestionarla. Tienen talento de sobra, y su rotación —con aportaciones valiosas de Reid, DiVincenzo y Alexander-Walker— los fortalece aún más.
Desde el inicio se notó la intensidad, con una revisión arbitral temprana y un parcial 7-0 para los Wolves. Doncic apenas intentó un tiro antes de irse al banquillo, visiblemente afectado. LeBron y Reaves respondieron con algunos aciertos, pero las pérdidas de balón y los problemas en el rebote pasaron factura. Minnesota logró ampliar su ventaja al término del primer cuarto.
LeBron, a sus 40 años, decidió tomar las riendas en el segundo cuarto, recortando la desventaja casi en solitario y llevando a los Lakers a ponerse brevemente por delante. Sin embargo, McDaniels (autor de 30 puntos) frustró cualquier intento de despegue de los angelinos. Tras el descanso, los Timberwolves golpearon con triples consecutivos, y Ant Edwards, con un robo y un mate espectacular, impulsó la remontada local.
Aunque los Lakers reaccionaron en el inicio del último cuarto, gracias a un gran esfuerzo de LeBron, la falta de consistencia y la capacidad ofensiva de Minnesota acabaron imponiéndose. Reid y Edwards castigaron los errores defensivos de los Lakers, y McDaniels, convertido en una estrella, selló la victoria de su equipo.
Con esta serie tan intensa, todavía queda mucho espectáculo por delante.
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