Una serie de Netflix con las risas garantizadas… o no

Netflix lleva años intentando dar con una sitcom clásica de verdadero éxito, con público en vivo y risas auténticas, pero sin lograrlo plenamente.

Producciones como The Ranch, con un tono melancólico, o Madres forzosas, apoyada en la nostalgia, no terminaron de consolidarse. Otros intentos, como Descolocados con Kathy Bates o Aquellos maravillosos 90, pasaron desapercibidos, y One Day at a Time —probablemente el esfuerzo más logrado— fue cancelada tras cuatro temporadas. En esta persistente búsqueda aparece ahora Leanne, que sobre el papel parece tener potencial, al menos en el mercado estadounidense.

El proyecto está liderado por Chuck Lorre —responsable de éxitos como The Big Bang Theory— junto a la humorista Leanne Morgan, cuya trayectoria es poco convencional. Tras tener a su primer hijo, comenzó a vender joyas puerta a puerta, aprovechando para hacer bromas a sus clientas. Con el tiempo, su familia creció y su estilo cómico maduró. En 2020, a los 55 años, grabó su primer especial, y en 2023 se volvió viral en YouTube, lo que llevó a Netflix a ofrecerle un especial que funcionó muy bien.

En Leanne, la comediante interpreta una versión ficticia de sí misma. Su personaje es abandonado por su marido Bill (Ryan Stiles) después de 33 años de matrimonio, y en su conservadora comunidad no sabe cómo afrontarlo ni cómo contárselo a sus padres (Celia Weston y Black Clark). Su hijo Tyler (Graham Rogers) la apoya, mientras que su hija Josie (Hannah Pilkes) aprovecha la situación para seguir siendo un desastre. Su hermana Carol (Kristen Johnston), divorciada dos veces, se convierte en su principal aliada.

Morgan es un ejemplo de éxito tardío y visibilidad para mujeres en la madurez, lo que genera simpatía hacia ella. Sin embargo, la serie sufre una desconexión entre las risas del público en plató (o potenciadas en edición) y la efectividad real de los chistes. Ni ella ni Johnston, pese a su talento, logran elevar un guion que carece de gags bien rematados. Como retrato de una América conservadora y trabajadora, no es lo suficientemente incisiva, y como drama con toques de comedia, no alcanza la profundidad de propuestas como Mom.

El resultado es una producción simpática, pero con material pobre, que se asemeja a una función amateur de fin de curso: se sonríe más por aprecio a quien está en el escenario y por valorar su esfuerzo, que por la calidad de lo que se cuenta.