Usuarios denuncian mal funcionamiento de parquímetros

Diversas quejas se han acumulado por parquímetros que fallan y multan sin criterio, reflejo de un mal sistema
La expectativa de una mejor administración del sistema de parquímetros en Piedras Negras, tras pasar a manos del municipio, contrasta con la realidad que enfrentan tanto ciudadanos como visitantes. Lo que debía convertirse en una solución para la movilidad y la organización del estacionamiento en el primer cuadro de la ciudad, se ha traducido en un nuevo foco de quejas, inconformidad e incluso sospechas sobre fines meramente recaudatorios.
Los parquímetros, lejos de facilitar la convivencia vial y promover un uso ordenado del espacio público, se han convertido para muchos en un elemento de tensión, abuso y falta de criterio. Multas aplicadas de forma casi inmediata tras el estacionamiento, dispositivos en aparente mal estado y criterios operativos poco claros han deteriorado la imagen del sistema y generado un creciente malestar ciudadano.
Se mantienen malas practicas de Arturo Córdova
Durante años, el servicio de parquímetros fue manejado por una empresa privada, cuyo titular, Arturo Córdova, fue señalado por prácticas abusivas como el retiro de placas o la instalación de inmovilizadores, todo sin estar facultado legalmente para ello. Las quejas eran constantes: operadores sin supervisión, multas sin fundamentos y una atención al público prácticamente inexistente.
La revocación de esta concesión fue celebrada como un paso hacia la justicia y la modernización. No obstante, el paso del control a manos municipales no ha significado una mejora tangible. El mismo descontento persiste y los ciudadanos consideran que ahora, bajo la administración del ayuntamiento, los problemas no solo continúan, sino que se agravan por la falta de mantenimiento, señalización clara y respuesta institucional ante errores del sistema.
Multas inmediatas y sin margen de maniobra
Uno de los reclamos más recurrentes es la aplicación de sanciones en lapsos extremadamente cortos, incluso antes de que el usuario pueda completar el proceso de pago. Casos documentados muestran que apenas al descender del vehículo para pagar el tiempo correspondiente, los conductores ya encuentran una infracción colocada en el parabrisas.
Esta rapidez en las multas ha generado sospechas entre los usuarios, quienes consideran que se prioriza la sanción sobre el servicio. El argumento de que los trabajadores de parquímetros “sólo hacen su trabajo” pierde peso ante el evidente desbalance entre el tiempo concedido para pagar y la celeridad con la que se emite una infracción. El sentido de servicio público se diluye cuando la operatividad parece regirse por una lógica meramente recaudatoria.
Parquímetros obsoletos y fallas sin solución
En distintos puntos del centro histórico, especialmente en avenidas como Zaragoza, Guerrero y Juárez, se pueden observar parquímetros que presentan daños visibles: pantallas apagadas, botones que no responden o ranuras bloqueadas para el ingreso de monedas. En muchos de estos casos no existe ningún tipo de señalización que advierta sobre su inoperatividad, lo que deja a los usuarios completamente indefensos.
Algunos dispositivos no emiten comprobante de pago, mientras que otros registran tiempos menores a los que corresponden con el monto depositado. Esta situación ha derivado en sanciones injustas, y lo más preocupante: sin posibilidad de apelación efectiva o inmediata. La falta de mecanismos ágiles para atender estas quejas refuerza la percepción de que el sistema no está diseñado para servir al ciudadano, sino para penalizarlo.
Daño a la imagen de la ciudad y su comercio
El impacto del mal funcionamiento de los parquímetros no es únicamente económico para quienes reciben una multa. También afecta el flujo de visitantes, muchos de ellos provenientes de ciudades vecinas de Texas, quienes al enfrentarse a un sistema confuso y sancionador, optan por evitar el centro de Piedras Negras.
Este fenómeno repercute negativamente en los comercios establecidos en la zona centro, quienes dependen del tránsito peatonal y vehicular. Restaurantes, papelerías, tiendas de ropa y otros negocios resienten esta baja de clientela, consecuencia directa de la incomodidad que implica estacionarse legalmente en el corazón de la ciudad. Algunos comerciantes han manifestado su preocupación ante esta situación, solicitando al municipio que reformule la estrategia de operación del sistema.
Transparencia y rendición de cuentas: una deuda pendiente
Otro aspecto que genera preocupación entre la población es la falta de claridad sobre el destino de los recursos recaudados a través de los parquímetros. Aunque se ha dicho que ese dinero se reinvierte en el mantenimiento del centro histórico o en servicios públicos, no existe hasta el momento un informe detallado, transparente y accesible que permita verificar el uso de esos fondos.
La opacidad en el manejo de lo recaudado no solo resta legitimidad al sistema, sino que alimenta la desconfianza ciudadana. En una ciudad que ha luchado por mejorar su infraestructura urbana, resulta fundamental que los ingresos generados a partir de sanciones y tarifas tengan un destino comprobable y socialmente útil.
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