Venta de plasma en EE.UU. agrava donación de sangre en la frontera

La venta de plasma en EE.UU. dificulta la donación de sangre en la frontera, afectando hospitales en México y favoreciendo clínicas privadas extranjeras.

Esta diferencia legal entre ambos países ha abierto una brecha en la disponibilidad de sangre en hospitales públicos, mientras las clínicas privadas en el extranjero prosperan alimentadas por la necesidad económica de miles.

La donación de sangre en México continúa siendo una actividad marcada por el rezago y la falta de cultura solidaria, situación que se agrava en las ciudades fronterizas como Piedras Negras, donde la proximidad con Estados Unidos introduce un factor económico que pone en desventaja a las instituciones de salud mexicanas: la venta de plasma en clínicas estadounidenses. 

Mientras en el país se apela a la conciencia y la solidaridad ciudadana, al otro lado del río Bravo se ofrece una compensación monetaria que, en muchos casos, resulta irresistible para quienes enfrentan condiciones económicas precarias.

Donaciones

Según datos de la Secretaría de Salud, en México apenas el 3% de las donaciones de sangre se realizan de manera altruista. El resto de las transfusiones que requieren los pacientes deben conseguirse por medio de donadores familiares o de reposición, lo que genera un sistema ineficiente, condicionado por la urgencia y por la disponibilidad de personas compatibles. En este esquema, el acceso oportuno a sangre segura queda supeditado a la capacidad de los familiares para conseguir donadores, un escenario que puede resultar angustiante e incluso fatal en casos de emergencia.

Recursos por la venta del plasma en la frontera

Este problema se torna aún más complejo en regiones fronterizas. En ciudades como Piedras Negras, la cercanía con Eagle Pass y otras ciudades texanas donde operan clínicas privadas de recolección de plasma ha generado un mercado paralelo de "donación pagada", en el que ciudadanos mexicanos cruzan la frontera varias veces por semana para vender su plasma a cambio de una suma que puede superar los 80 dólares semanales. Lo que para las empresas del norte representa un modelo de negocios rentable, para los hospitales y bancos de sangre mexicanos representa una fuga constante de potenciales donadores. Sandra Ávila, directora del Banco de Sangre en Piedras Negras, ha reconocido que resulta sumamente difícil competir con este esquema. “Aquí no se paga por donar sangre, hacerlo sería un delito. Allá les dan dinero, y aquí sólo las gracias”, expresó, en referencia a la normatividad que rige en México, la cual prohíbe de manera tajante cualquier tipo de remuneración a cambio de sangre, plasma u órganos. Esta diferencia legal entre ambos países ha abierto una brecha en la disponibilidad de sangre en hospitales públicos, mientras las clínicas privadas en el extranjero prosperan alimentadas por la necesidad económica de miles de ciudadanos fronterizos.

Donadores de plasma ya no son aptos para donar sangre

Más allá del incentivo económico, la venta frecuente de plasma puede tener consecuencias para la salud de quienes lo hacen. Diversos estudios han demostrado que someterse a extracciones repetidas puede provocar disminución de proteínas esenciales, debilitar el sistema inmunológico e incluso provocar anemia. Además, quienes participan activamente en este esquema de venta ya no son candidatos para donar sangre en México, debido a los protocolos de seguridad sanitaria que lo impiden. Así, se cierra un círculo que reduce aún más la base de posibles donadores en hospitales y clínicas nacionales. 

Reserva

Pese al panorama adverso, el Banco de Sangre en Piedras Negras ha logrado mantener una lista de aproximadamente 300 personas registradas como donadores voluntarios que pueden ser convocados cuando se presenta alguna emergencia.  Este grupo de ciudadanos representa una reserva invaluable, aunque limitada, para atender las necesidades básicas de los pacientes que dependen de transfusiones. 

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