¿Y si llega otra pandemia? México sigue en riesgo alto
A pesar del avance en vacunas y hábitos de higiene, México aún enfrenta desigualdades y miedos que complican su respuesta ante una nueva pandemia.
Durante el Seminario Permanente de Bioética de la UNAM, especialistas como Ivette Buendía Roldán y Andrea Terán advirtieron que, a más de cuatro años del inicio del Covid-19, México no está listo para enfrentar una emergencia sanitaria similar, debido a la persistencia de desigualdades sociales, infodemia y debilidad estructural en salud pública.
Expertas en salud pública y bioética advirtieron que México aún no está preparado para afrontar una nueva pandemia, pese a los avances tecnológicos, las vacunas y los aprendizajes de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19.
Durante la sesión “Covid-19 ¿Lecciones últimas?” del Seminario Permanente de Bioética de la UNAM, la doctora Ivette Buendía Roldán, del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, señaló que aunque algunos hábitos han mejorado, faltan acciones clave para evitar impactos graves en incidencia, hospitalización y mortalidad.
Indicó que el uso de cubrebocas, el estornudo de etiqueta, el gel antibacterial y el lavado de manos son ya más comunes, pero no suficientes. Recalcó que la vacunación sigue siendo un tema delicado, pues muchos de los hospitalizados no estaban inmunizados.
Además, hizo un llamado a no temerle a las vacunas, ya que ayudan a prevenir secuelas graves del virus. Enfatizó la necesidad de cuidar a niños y adultos mayores, así como mantener vigente la cartilla de vacunación contra influenza, neumococo y virus sincicial respiratorio.
Salud pública y atención individual deben integrarse
Por su parte, Andrea Terán, integrante de la Comisión Nacional de Bioética, destacó que el Covid-19 demostró que la atención clínica y la salud pública no pueden separarse. Las decisiones individuales, como el uso de recursos médicos y el aislamiento, afectan al conjunto de la población.
Señaló que la vigilancia epidemiológica necesita fortalecerse. Durante la pandemia, se evidenciaron fallas en el registro, desfases en la notificación y falta de sistemas de alerta temprana, lo que comprometió la respuesta oportuna.
La experta subrayó que es fundamental tener sistemas que detecten patrones, alerten cambios y guíen decisiones de bajo riesgo, con base en datos confiables.
Desigualdad social: una comorbilidad estructural
Terán calificó la desigualdad como una “comorbilidad estructural” que agravó los efectos de la pandemia. Las personas que vivían en hacinamiento o trabajaban en la informalidad no podían confinarse adecuadamente, lo cual incrementó su riesgo.
Agregó que la vacunación fue un acto técnico, pero también político y emocional, afectado por la infodemia y narrativas antivacunas. Esto dificultó una cobertura equitativa, rápida y sostenida.
El almacenamiento adecuado de las vacunas, su distribución, y la confianza social fueron también retos importantes que comprometieron la inmunización masiva en algunos sectores del país.
Urgen sistemas de salud más robustos y flexibles
Ambas especialistas coincidieron en que los sistemas de salud deben fortalecerse. Durante la pandemia, oscilaron entre lo heroico y lo insostenible, debido a la sobrecarga de personal, reconversión hospitalaria y escasez de recursos.
Terán destacó la necesidad de mayor inversión en personal, protocolos y herramientas de investigación, así como la preparación intersectorial como política permanente.
“No podemos esperar la próxima emergencia para recordar la importancia de la salud pública y de la ciencia. El Covid-19 nos enseñó que los virus no solo se propagan por aerosoles, sino también por fisuras sociales, decisiones tardías y desinformación”, concluyó.
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