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El imperio de Rocha Cantú y la caída de Miss Universo

Mario Maldonado
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Durante dos décadas, Raúl Rocha Cantú construyó uno de los conglomerados más amplios, diversos y oscuros del país. Su holding Legacy Group presume un crecimiento inusitado con operaciones en México, Estados Unidos y Centroamérica; unidades de negocio en energía, casinos, bienes raíces, aviación ejecutiva, entretenimiento, producción audiovisual, CBD, tecnología y filantropía; y una estructura que, según su propia presentación corporativa, suma más de 25 empresas, presencia en 35 mercados, 10 mil empleados y oficinas en Ciudad de México, Monterrey, Toluca, Miami, Guatemala y Panamá.

El documento describe a Rocha Cantú como un “constructor de mundos”, un estratega transnacional y cónsul honorario de Guatemala, con relaciones empresariales de alto nivel y proyectos inmobiliarios en expansión. Su división energética, la más robusta, está integrada por Soluciones Gasíferas del Sur, Latin America Energy Group, BSE Combustibles, Orbison Energy, Global Solutions Energy Group, Expansión 2000 y otras compañías dedicadas a distribución de combustibles, estaciones de servicio, gas LP, infraestructura y manejo de ductos. Este es uno de los sectores en los que habría incurrido en el delito de robo y tráfico de hidrocarburos.

En casinos y centros de entretenimiento, Legacy Group opera salas en Culiacán, Hermosillo, Mazatlán, Los Cabos, Mérida, Monterrey y Tres Ríos, con más de 600 mil visitantes mensuales en sus marcas internas. En bienes raíces, el grupo presume desarrollos residenciales y comerciales en San Pedro Garza García, Valle Oriente, Arboledas, Monterrey y Cancún, además de proyectos en Estados Unidos y Centroamérica. Y en entretenimiento, su faceta más visible, Rocha se posicionó como inversionista y operador de eventos internacionales, incluido Miss Universo, certamen que intentó impulsar como plataforma continental.

Su caída comenzó cuando se filtró el video en el que Rocha se refiere a concursantes de Miss Universo en términos denigrantes. Luego, tras la sospecha de haber arreglado el certamen en favor de uno de sus amigos –y funcionario de Pemex–, Bernardo Bosch, padre de la mexicana premiada, Fátima Bosch. El escándalo mediático abrió la cloaca de sus negocios y las investigaciones que para entonces ya escudriñaban las autoridades.

El fin de semana, el secretario de Seguridad, Omar García Harfuch, dijo que pese a las investigaciones en curso y a las órdenes de aprehensión vigentes “no hay indicios de que haya dinero del crimen organizado en Miss Universo”. Subrayó que las pesquisas se concentran en empresarios específicos, entre ellos Rocha Cantú, y no en el certamen como organización.

Hoy, más allá del escándalo mediático, Rocha Cantú enfrenta una orden de aprehensión por delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita, entre otras acusaciones. No ha sido detenido, no se ha presentado voluntariamente y se encuentra fuera del país, con reportes de estancia en Estados Unidos, Guatemala y Panamá. Su intento de obtener un criterio de oportunidad, mediante la figura de testigo colaborador, al parecer nunca se formalizó, y aun si hubiera existido un acuerdo preliminar con la administración anterior, la próxima fiscal general, Ernestina Godoy, puede revocarlo totalmente. Para efectos prácticos, hoy no goza de protección legal alguna.

Y aunque hasta ahora no existe una resolución formal de extinción de dominio sobre los activos de Rocha Cantú vinculados a Miss Universo, el riesgo está latente. La legislación mexicana permite a la FGR solicitar la pérdida de bienes cuando pueda demostrar que fueron adquiridos o financiados con recursos de origen ilícito, independientemente de que el activo, en este caso el certamen internacional y sus otras razones sociales, haya participado o no en el delito. Es decir que no se necesita que Miss Universo esté implicado, sino que lo esté Rocha Cantú. De esta manera, si la nueva fiscal decide profundizar la línea financiera de la investigación, la participación del empresario podría quedar sujeta a congelamiento, aseguramiento o extinción, arrastrando al certamen a un litigio internacional complejo.

Para muchos, Rocha Cantú quedó señalado desde el 25 de agosto de 2011, cuando el casino Royale, de su propiedad, fue incendiado tras un presunto intento de extorsión. 52 personas murieron, la mayoría trabajadoras que no pudieron escapar porque las salidas de emergencia estaban cerradas. Sin responsabilidad penal directa, el episodio exhibió un sistema de permisos irregulares, supervisión deficiente y una operación fragmentada que dejó una herida abierta en Monterrey.

Ahora, mientras la FGR revisa el caso Rocha Cantú bajo una nueva administración y Miss Universo intenta sobrevivir a la tormenta reputacional que provocó la conducta de su copropietario, el imperio Legacy Group enfrenta su momento más crítico. La historia empresarial que construyó durante 20 años se desmorona… junto con él.

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