El presupuesto en salud y el tercer intento de Birmex para comprar medicinas
Mario MaldonadoBirmex va por un nuevo intento para comprar medicamentos para el periodo 2025-2026. El organismo que encabeza Carlos Ulloa busca colocar 2 mil 953 claves, en medio del caos que ha significado la mala coordinación con las principales instituciones de salud del país, como la SSA, el IMSS, el IMSS Bienestar y el ISSSTE.
Este nuevo intento –el tercero desde que en enero pasado la secretaria anticorrupción, Raquel Buenrostro, canceló el proceso por irregularidades–, es crucial porque ocurre en el contexto de una crisis en el sistema de salud, con licitaciones fallidas, un desabasto crónico y un Presupuesto 2026 que mantiene al sector en estado de precariedad.
En junio pasado se licitaron 575 claves de medicamentos y se asignaron solo 399 (69%). En septiembre se concursaron 280 y se otorgaron 269 (96%), y ahora, en lo que se considera como “la tercera y la vencida”, se planean asignar cerca de 3 mil claves, prácticamente toda la compra consolidada.
El problema de fondo es que las propias instituciones que requieren los medicamentos han fallado en lo más elemental: hacer las solicitudes en tiempo y forma. Y cuando sí se presentan, las empresas adjudicadas suelen incumplir con la entrega o retrasarla. El modelo de subasta inversa, diseñado para privilegiar el precio más bajo, ha terminado por premiar a algunos proveedores sin capacidad real de producción ni distribución. El resultado de este desastre son adjudicaciones que no garantizan el abasto.
Las Unidades de Administración y Finanzas de las dependencias de salud son parte del problema. Sus retrasos y omisiones han convertido la consolidación en un círculo vicioso.
El problema es estructural. Los 130 mil millones de pesos para medicamentos e insumos proyectados para 2025-2026 no solo son responsabilidad de Birmex. La Secretaría de Salud coordina, Birmex ejecuta, y 26 instituciones del sector salud —entre ellas IMSS, ISSSTE, IMSS-Bienestar, Pemex, Marina, Defensa y los institutos nacionales— solicitan y reciben las medicinas, en una operación colectiva que difumina la responsabilidad. ¿Quién es responsable del desabasto?
El riesgo ahora es que en la nueva licitación se repita la misma historia: que los contratos se asignen al postor más barato, sin capacidad de entrega, y que las dependencias no tengan abasto. O peor aún: que la corrupción en las Unidades de Administración y Finanzas bloqueen a algunos de los ganadores como también ha sucedido.
El telón de fondo es el Paquete Económico 2026. El presupuesto para el sector salud se incrementará 5.9% en términos nominales a 965 mil millones de pesos, un crecimiento marginal que apenas compensa inflación y el aumento poblacional.
En paralelo, el gobierno federal compactará la estructura del sector. La Secretaría de Salud pasará de 27 a 16 programas, el ISSSTE de 29 a 17 y el IMSS de 20 a 16, fusionando o desapareciendo proyectos clave como prevención de obesidad, VIH, diabetes o vigilancia epidemiológica. El discurso oficial es que se creará un superprograma de “Prevención y Control de Enfermedades”, pero en realidad parece un problema de recursos.
El contraste con otras partidas es escandaloso. La pensión para adultos mayores absorberá más de 500 mil millones de pesos en 2026, es decir, la mitad de todo el presupuesto en salud. El costo financiero de la deuda superará los 1.2 billones, una cifra mayor que todo el gasto de salud federal. México gasta más en pagar intereses y en sus programas sociales que en dar una verdadera cobertura de salud.
La OMS recomienda destinar 6% del PIB a salud pública. Con los 965 mil millones, México se queda en torno al 2.5% del PIB, menos de la mitad del estándar. En la OCDE, el promedio es de 8.9% del PIB.
Por todo esto, la próxima compra consolidada será una nueva prueba de fuego de la política de salud. Lo que se juega el 19 de septiembre es la credibilidad de todo un modelo o la confirmación del estrepitoso fracaso en las compras de medicamentos y la cobertura de salud.
Columna: El Minutero
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