El Tercer Imperio
Jean MeyerTercer Imperio. Rusia tal como debería ser, es una novela de Mijaíl Yúriev publicada en 2006 y apreciada por Vladímir Putin. Es una obra de ficción política que presenta la utopía de una historia alternativa para Rusia. En un lejano futuro, un historiador latinoamericano remonta a los orígenes del Tercer Imperio (¿Tercer Reich?). A consecuencia de una larga serie de guerras mundiales, se dibujó un nuevo mapa político del mundo. Quedan sólo cinco Estados, cinco grandes Estados, cada uno correspondiendo a un tipo de civilización.
Rusia en expansión ha derrotado a los Estados Unidos y cubre casi toda la antigua Unión soviética, Europa, Turquía, Palestina, Israel, Jordania y… Groenlandia. Los críticos rusos afirman que es “el libro preferido del Kremlin” y que los dirigentes conocen bien el libro.
Al año siguiente, en 2007, en la reunión anual de Múnich, Vladímir Putin declaró su guerra al “Occidente global” y en 2008 puso a Georgia de rodillas; luego siguen 2014, con la anexión de Crimea y la guerra de baja intensidad en el Donbas, y 2022 con la gran guerra contra Ucrania. ¿Está Putin intentando realizar la utopía del “Tercer Imperio”?
Mijaíl Yúriev (1959-2019) fue un empresario exitoso, vicepresidente de la Duma, miembro del primer círculo de Putin, representante de la extrema derecha nacionalista. Su novela empieza con un levantamiento en Ucrania, contra la integración forzada a la Unión Europea y la OTAN, bajo la dirección de Estados Unidos y Polonia. Yúriev precisa que Rusia fomenta el levantamiento y que sus fuerzas armadas intervienen sin declaración de guerra.
Publicado en 2006, es el guion de lo que ocurrió en la primavera de 2014, con la anexión de Crimea por los “pequeños hombres verdes”, soldados rusos sin signos distintivos, y el levantamiento de los separatistas en el Donbas, salvados por la intervención militar rusa en el verano siguiente.
Lo que explica la victoria de Rusia y la derrota definitiva del Occidente, en la novela, es el pánico que la amenaza del recurso al arma atómica inspira a Europa y a los Estados Unidos. Ahora, permítanme brincar del “tercer Imperio” al reciente discurso del filósofo ruso exiliado, Serguei Medvedev, el autor de The Return of the Russian Leviathan (2020).
Él explica que la guerra es la nueva norma, el nuevo estado de Rusia y del sistema internacional, guerra que el Occidente está perdiendo. Anuncia que, como en el Medio Oriente que vive ochenta años de guerra, sin final a la vista, no habrá paz; unos cese-al-fuego entre Rusia y Ucrania, laboriosamente negociados durante meses, quedarían inmediatamente violados. No habrá un “después de la guerra”, es una ilusión occidental porque la Rusia actual, con o sin Putin, es incompatible con una Ucrania independiente.
Esa Rusia vive en un estado de guerra permanente que activa su economía y mejora el nivel de vida de ciertas poblaciones. “Es como una locomotora lanzada a plena velocidad, que no se puede parar con un silbatazo, poco importa quién este en la cabina. A los pasajeros les gusta mirar por la ventana y carburante no falta. Como en la última novela de Vladímir Sorokin, son cuerpos humanos que alimentan la locomotora”.
Putin ha recibido dos regalos, primero una Rusia que “entró en la guerra como una mano en un guante, y la aceptó”. Segundo, un mundo global bastante indulgente, cuando no cooperativo: soldados, trabajadores, material bélico de Corea del Norte, drones iraníes, electrónica china (y occidental), compradores de hidrocarburos desde Europa hasta la India y China, admiradores latinoamericanos, europeos y africanos de Putin.
Estos dos regalos permiten a Putin llevar una guerra sin fin y a los rusos vivir sin mayor preocupación. En cuanto al Occidente, empezó a perder cuando creyó que 1991, la desaparición de la URSS era “el fin de la Historia”. Y ahora, más que la caída de Kyiv, le preocupa la eventual caída de Moscú y la repetición del caos de 1917 en adelante cuando, por las derrotas militares, cayó el Imperio de los Romanov. El problema no es la fuerza de Rusia, sino la debilidad de Occidente.
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