El Tiempo de Monclova

OPINIÓN Columna Monclova Piedras Negras Carbonífera Saltillo Torreón Seguridad

Horas aciagas para la República

Salvador García Soto
comparte facebook comparte X comparte WhatsApp comparte Telegram

El día de ayer, 1 de septiembre de 2025, será una fecha que marcará un antes y un después para la República mexicana y su sistema de justicia. Porque en medio del paroxismo que desde la Presidencia de la República afirma que “vamos bien y vamos a ir mejor”, al mismo tiempo la presidenta proclama, en su primer informe, que el nuevo Poder Judicial de la Federación, que ayer tomó protesta constitucional anuncia una era libre de nepotismo, corrupción y hasta un renovado Estado de Derecho, que a juicio de la mandataria, no había existido hasta ahora.

Es como si, al mismo tiempo que dibuja en su Primer Informe de Gobierno un país idílico en el que todo marcha de maravilla y no hay prácticamente ningún problema que aqueje a sus ciudadanos, la presidenta no sólo se celebra a sí misma y a su joven gobierno, sino que además celebra, con bombo y platillo, que su cuestionada y autoritaria Reforma Judicial, que dio pie a una elección manipulada, con muy baja participación y claramente fraudulenta, también es uno de sus logros con el que, mientras ofrece “espejitos” de una justicia prístina y expedita que ayer nació en el país, en el fondo celebra el sometimiento e ideologización del nuevo Poder Judicial que ya no será más un equilibrio ni un poder autónomo e independiente, sino un apéndice jurídico del Ejecutivo y del régimen morenista, para defender sus canonjías y privilegios.

Y así, mientras la doctora Sheinbaum proclama como “calumnias, mentiras y malos augurios” la falta de medicamentos en las clínicas y hospitales públicos, la misma que viven y padecen millones de mexicanos todos los días, en sus otros datos ya está abastecido el 90% de los medicamentos que se requieren en el sector salud y cualquier otra cosa que digan los derechohabientes del IMSS, del ISSSTE y del IMSS-Bienestar, son campañas en contra de su gobierno. Porque en el país idílico donde vive la presidenta ya se redujeron 25% los homicidios dolosos, ya se redujo la brecha de desigualdad de 0.426 a 0.391, y hoy “México es el segundo país con menos desigualdad en el continente americano, sólo superado por Canadá”.

Ni qué decir de la “hazaña histórica” de reducción de la pobreza que, según el Inegi, pasó de 41.9% a 29.5% de la población, lo que le dio pie a la presidenta para mandarle un guiño a su antecesor hasta Palenque y recordarlo con imágenes de la presidencia de López Obrador que aparecían en los monitores del Palacio, para complacencia de toda la grey morenista que ocupó más del 90% de los lugares para invitados al mensaje político de la presidenta, y el otro 10% era de algunos empresarios invitados que también fueron a aplaudir a la presidenta en su primer informe a la Nación.

En el patio central del vetusto Palacio, con una presidenta enfundada en un traje negro sastre con bordados indígenas en cuello y solapas, no hay el más mínimo espacio para la autocrítica, no porque no se quiera, sino porque se cree ciega y fanáticamente en el mantra presidencial de que todo “va muy bien y va a ir mejor”. Y menos hay espacio para la disidencia o el desacuerdo entre las filas de invitados al “día de la presidenta” porque también en el acomodo de los lugares se reflejan los pleitos internos en el régimen con un Adán Augusto López y un Andy López Beltrán relegados a la cuarta o quinta fila, mientras en las primeras filas aparecen los nuevos ministros de la Corte, el fiscal General de la República y por supuesto los miembros del gabinete que aplauden emocionados ante las maravillas de la “transformación”.

Y si todo eso pasaba por la mañana de este 1 de septiembre, donde la 4T se celebra y autoelogia sin el más mínimo pudor y la primera mujer presidenta se mimetiza cada vez más con el presidencialismo más rancio y autoritario de la vieja era priista, por la tarde, como si se tratara de un apéndice del informe presidencial, ocho de los nueve ministros nuevos acudieron a la sede del Senado de la República, tarde y con retrasos, para tomar posesión de sus cargos y comenzar, después de limpias, sahumerios y ceremonias indígenas con bastones de mando, sus funciones constitucionales a partir de hoy.

Mientras tanto en el Congreso la polarización y la confrontación entre la mayoría soberbia y autoritaria de Morena y las minorías de una oposición engallada pero disminuida, convierten la sesión general de Congreso en campo de batalla en la que el líder priista, Alejandro Moreno, que sigue con los guantes puestos, lanza desde la tribuna varios jabs declarativos contra el oficialismo: “Morena no es un partido ni un movimiento, es un cártel que pactó con criminales. El terrorismo de Estado que encabeza Morena constituye una amenaza para la paz y la integridad territorial”, grita el belicoso dirigente tricolor, ante los gritos de “Fuera” y “Desafuero” de los enojados morenistas.

Por todo eso decimos que la República vive horas aciagas. Porque en un mismo día asistimos a la consolidación y el regreso, en imagen, estilo y discurso, del presidencialismo más omnímodo y autoritario representado por una presidenta que tiene la mayor concentración de poder que haya tenido cualquier otro presidente en la historia del país, que no invita a su informe a nadie que disienta de ella o de su movimiento, ni opositores, ni ONG´s ni nada que no sean aplaudidores del régimen o afines a él, y que al mismo tiempo que se autocelebra y autoelogia por sus “grandes logros y avances” en apenas 11 meses, también celebra, por todo lo alto y sin ningún rubor, la conquista y domesticación del Poder Judicial que a partir de ayer dejó de ser un poder autónomo para volverse una extensión de los intereses del Ejecutivo.

Todo eso en vísperas de que llegue al país el temido y poderoso secretario de Estado, Marco Rubio, que viene al Palacio Nacional para algo más que a firmar un Acuerdo de Seguridad cuyos términos aún desconocemos, y que seguramente traerá toda una agenda de temas y “encargos” para el gobierno mexicano que, a fuerza de dialogar, ceder y negociar, va sobreviviendo a las presiones, caprichos y ocurrencias del presidente Donald Trump.

comentar nota

Columna: La foto de Presidencia que dio la nota del Informe

La foto de Presidencia lo reveló todo, o casi todo. Desde el atril de Palacio Nacional, Claudia Sheinbaum habla a la nación y frente a ella se despliega un mosaico que sintetiza el nuevo tablero político. En las primeras filas, con sus trajes oscuros, la guayabera blanca de Hugo -- leer más

Noticias del tema


    Más leído en la semana