El Tiempo de Monclova 🔍

OPINIÓN Columna Monclova Piedras Negras Carbonífera Saltillo Torreón Seguridad

“Incluso en la tumba”

Jean Meyer
comparte facebook comparte X comparte WhatsApp comparte Telegram

En su audiencia del 17 de septiembre, el Papa León dijo: “Incluso en la tumba, Dios prepara la gran sorpresa”. La gran sorpresa de la resurrección de los muertos, la gran sorpresa que llevó Javier Cercas a aceptar la invitación del Papa Francisco a acompañarlo hasta el fin del mundo y, para mayor gusto del lector, a escribir su fabuloso El loco de Dios en el fin del mundo. ¿Por qué? Para preguntarle a Francisco sobre si existe la resurrección de la carne y la vida eterna. Amen. Desde luego que sí, le contestó el Papa argentino, y Javier pasó el mensaje a su mamá que esperaba la muerte para poder reunirse con su amado esposo, el padre de Cercas.

Theodor Kallifatides, griego que hizo su vida en Suecia, cuenta lo siguiente en Otra vida por vivir, soberbiamente traducido por Selma Ancira: “Quizá, a fin de cuentas, la muerte no fuera tan terrible. Y, sin embargo, lo era. Pero…¿era seguro que moriría? Eso decía mi tío Lambis. Siempre, después de algún entierro en el pueblo, los viejos se reunían en el café y balanceando la cabeza, decían: ‘Para allá vamos todos’. Sólo mi tío discrepaba. ‘No es seguro’, opinaba. Y, sin embargo, lo era”.

Quizá lo que quiso decir el tío Lambis era que la muerte no es eterna. La cruz, infame instrumento de suplicio y de muerte se ha vuelto el símbolo de la fe. ¿Por qué y fe en qué? porque es el preludio a la resurrección después de la muerte y, bien lo dicho Pablo de Tarso, y también el poeta (polaco francés, con un hermano en México) Guillaume Apollinaire: “Es Dios que muere el viernes/ y resucita el domingo. / Es el Cristo que sube al cielo mejor que los aviadores/ Detiene el record del mundo de altura”.

En La Leyenda dorada y en el Año cristiano, libros tan leídos en México hasta la generación nacida en los años 1920s, los mártires ocupan un lugar privilegiado. Apaleados, quemados, serruchados, apedreados, flagelados, entregados a bestias muertas de hambre, ¡morían con gran alegría! 

El sufrimiento alegre atravesó los siglos para llegar hasta la pequeña Teresita de Lisieux (a quien el arzobispo de Morelia, Leopoldo Ruiz y Flores, encargó la feliz conclusión del conflicto religioso). ¿Por qué? Porque ella, ellas, ellos creían como la mamá de Javier Cercas en la resurrección de la carne y la vida eterna. Amen.

Y Beckett, en su obra de teatro God, cuando Estragón se descalza, arma el diálogo siguiente: Vladímir: —Pero no puedes ir descalzo. Estragón: —Jesús lo hizo. Vladímir: —¡Jesús! ¡Qué se te ocurre! ¡A poco te vas a comparar a él! Estragón: —Toda la vida me he comparado a él. Vladimir: —Pero, allá hacía calor, estaba rico. Estragón: —Eso sí, crucificaban rápido”.

Y Jon Fosse, el noruego y admirable Nobel de Literatura, al principio de su fabulosa Septología: “Dios como Jesucristo resucitó de entre los muertos y dejó esa tierra para que les sea posible a los humanos hacer lo mismo, porque la crueldad y la muerte reinaban en ese mundo que es el reino del Diablo, Dios se volvió ser humano, luego murió, luego resucitó para que todos los humanos que morían, o que ya habían muerto, pudiesen resucitar en Dios, reunidos en el reino de Dios que existe ya, en cada instante, en la eternidad que ella misma es en cada instante en el reino de Dios, claro, pero ¿lo creo de verdad? 

Esa locura que proclamamos, como Pablo lo escribe en alguna parte en la Biblia, sí, como está escrito en la Biblia, no, no lo creo, porque es imposible creerlo, está en total contradicción con el sentido común y la razón (…) y lo más sorprendente sin embargo es que se puede, es posible creer en el mensaje cristiano, en el mensaje alegre del Evangelio, de manera extraña, sí, porque basta con ponerse a creer y uno cree, la creencia o la fe vienen solas, sí, como la presencia sin palabras de Dios, sí, como Tu ángel, pienso yo, y formo parte de los que creen, o, mejor dicho de los que saben, sin que pueda explicar por qué, no, no puedo decir porqué, ni total, ni parcialmente(…) porque uno entiende de manera tan brutal como incomprensible que es la verdad”.

Columna: El Minutero

Turbulencias Bien dicen que la ausencia del jefe motiva… a no hacer nada, y el viernes pasado, en el arranque de operaciones de Viva Aerobus en el Aeropuerto Plan de Guadalupe, la frase se ganó sus alas doradas. Ni empresarios, ni líderes de cámaras, ni representantes -- leer más

Noticias del tema


    Más leído en la semana