Las amigas distantes
Salvador García SotoAunque en la foto y para el registro público se dicen “amigas” y se elogian mutuamente, la relación real entre la presidenta Claudia Sheinbaum y la Jefa de Gobierno de la CDMX, Clara Brugada, no es tan buena como en sus discursos. La distancia que se ha abierto entre las dos gobernantes, más allá de su coincidencia ideológica y partidista, es tan real que en los casi siete meses que lleva en la Presidencia no ha realizado giras o actividades importantes en la capital del país, ciudad a la que gobernó antes de ser presidenta.
En pocos eventos se les ha visto juntas y cuando ha llegado a ocurrir, como en la reciente supervisión que hizo la presidenta del sistema de trolebuses eléctricos que va de Santa Martha Acatitla a Chalco, el lenguaje verbal de ambas habla de que se toleran y, si es necesario, colaboran, pero no hay una buena relación personal más allá de las apariencias políticas.
Y es que al final para Sheinbaum la llegada de Brugada a la candidatura a Jefa de Gobierno significó un duro golpe que le propinaron los sectores más duros del morenismo en la Ciudad de México que, contra la decisión de la entonces candidata presidencial se organizaron para sabotear e impedir la postulación de Omar García Harfuch, que siempre fue el candidato de Sheinbaum, a quien le dirigieron toda una campaña de ataques y guerra sucia, liderada por el entonces Jefe de Gobierno sustituto, Martí Batres, con la que descarrilaron a la propuesta de Claudia para imponer la candidatura de Brugada.
Esas rencillas que en su momento debilitaron la imagen de la candidata presidencial y la obligaron a compartir campaña con una candidata que nunca fue la suya, no se han superado del todo y aunque hoy guardan una relación institucional y de respeto, en los círculos cercanos de las dos gobernantes se reconoce que su relación no es la mejor y eso se escucha en los comentarios de sus allegados que no se expresan en los mejores términos de una y de la otra.
Para abonar a esa relación de “amigas distantes” que mantienen la presidenta y la Jefa de Gobierno de la capital del país, la figura de Clara Brugada empieza a hacer ruido cuando se piensa en el 2030, pues es muy probable que la gobernante capitalina —como lo hicieron su antecesora y muchos otros jefes de Gobierno y exregentes de la CDMX antes que ella— empiece a escuchar el canto de las sirenas que históricamente ha hecho que los inquilinos del Palacio del Ayuntamiento anhelen cruzar la calle que los separa del Palacio Nacional, algo que antes de Sheinbaum nadie había logrado.
En el círculo cercano de Brugada ya se habla de una estrategia, apenas en ciernes pero ya planeada, para explorar las posibilidades de la jefa capitalina para convertirse en candidata presidencial dentro de 5 años. Clara no sería ni la primera ni la última gobernante capitalina que se sintiera con tamaños para buscar la candidatura presidencial por su partido y, de hacerlo, estaría en su legítimo derecho, aunque eso no necesariamente entre en los planes que pueda tener Sheinbaum para su aún lejana sucesión.
En fin que, a diferencia de la miel que se derramaba todos los días en el sexenio pasado, cuando el expresidente López Obrador elogiaba, un día sí y otro también a la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, a la que llevaba con frecuencia a su mañanera, la defendía cuando la atacaban y hasta entró en su rescate de la tragedia de la Línea 12 y sus fallas de mantenimiento y de origen que se combinaron para provocar la muerte de 27 personas, obligando al ingeniero Carlos Slim a reconstruir con su dinero esa ruta del Metro, ahora más que miel parece haber hiel entre la presidenta y la Jefa de Gobierno que se toleran, se sonríen y se comportan en público, pero en corto ninguna se soporta.
NOTAS INDISCRETAS… No conforme con que el abogado Carlos Velázquez se haya disculpado desde septiembre pasado con una carta pública en la que pedía perdón por su comportamiento y se retractaba de las ofensas que le haya dicho, el senador Gerardo Fernández Noroña, haciendo gala de la prepotencia que ahora le caracteriza, hizo que ayer el abogado, al que había demandado con los abogados del Senado y amenazado con cárcel, se presentara a las instalaciones senatoriales para que le leyera personalmente su carta de disculpas con la que el ciudadano trató de evitar la sanción de un juez federal por la denuncia en su contra. Pero como tampoco le fue suficiente con que Carlos Velazquez fuera a disculparse en persona, Fernández Noroña hizo que las redes sociales del Senado, que están diseñadas para difundir actividades legislativas, transmitieran en vivo el momento en el que el abogado se disculpa y reconoce como un error haber increpado y agredido verbal o físicamente al senador Noroña. ¿No podía conformarse con una disculpa pública personal, como fue finalmente el incidente que provocó la denuncia de Noroña? ¿O por qué el desplante de hacer que todo México viera cómo un ciudadano, acorralado por el aparato legal del Senado y afectado también en su imagen y su trabajo por su exabrupto, le pidiera perdón y casi se le postrara para reafirmar su autoridad? Decía Nicolás Maquiavelo que “la naturaleza de los hombres soberbios y viles es mostrarse insolentes en la prosperidad y abyectos y humildes en la adversidad”. Y no cabe duda que ayer el presidente del Senado se vio más que insolente, prepotente ante un ciudadano que se atrevió a cuestionarlo en público…
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