Los gobernadores del desastre
Mario MaldonadoL a presidenta Claudia Sheinbaum está cargando con el peso de los malos gobiernos estatales; o mejor dicho, de los gobernadores del desastre que concentran buena parte de la violencia y el descontento social. Michoacán, Sonora, Veracruz, Sinaloa, Campeche y Puebla se han convertido en zonas incómodas para la mandataria federal, donde se combinan la indiferencia, la soberbia y los escándalos por ataques a la prensa o por la falta de empatía ante la tragedia.
Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los homicidios dolosos aumentaron en junio de 2025 en Sinaloa, donde “gobierna” Rubén Rocha, que se colocó entre los tres estados con más víctimas, y en Sonora, a cargo de Alfonso Durazo, la violencia criminal y de género sigue sin contención. En Michoacán, de Alfredo Ramírez Bedolla, las disputas entre grupos armados han dejado una ola de asesinatos, entre los que destacan los de siete alcaldes y líderes productores, que ni los despliegues de la Guardia Nacional han podido frenar. En Veracruz, pese a los discursos de “orden y transparencia” de Rocío Nahle, la entidad se mantiene entre las 10 con más feminicidios del país. Puebla, gobernado por Alejandro Armenta, ocupa los primeros lugares en percepción de inseguridad urbana, con 74.5% de los poblanos que se sienten inseguros en su ciudad, de acuerdo con la encuesta más reciente del Inegi. Y Campeche, al mando de Layda Sansores, ha sido rebasado por el crecimiento del narcomenudeo y el aumento de delitos patrimoniales.
El índice nacional de percepción de inseguridad subió a 63.2% en el segundo trimestre de 2025. Seis de cada diez mexicanos creen que su ciudad no es segura. La violencia es un problema compartido entre gobiernos estatales y municipales. Y en la mayoría de esos estados el denominador común es Morena.
Ramírez Bedolla, en Michoacán, vivió su peor crisis tras el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, y del líder limonero Bernardo Bravo. Acudió a su funeral de Manzo entre abucheos y reclamos: “Carlos no murió, el gobierno lo mató”, gritaban los asistentes.
Alfonso Durazo, en Sonora, enfrentó este fin de semana el incendio de una tienda Waldo’s en Hermosillo, que dejó al menos 23 muertos, entre ellos varios menores de edad. Aunque las autoridades estatales y federales han descartado hasta ahora que se tratara de un ataque armado o una extorsión, el siniestro reavivó la indignación ciudadana por las condiciones de inseguridad y la lenta respuesta de los servicios de emergencia.Rubén Rocha, en Sinaloa, es un cero a la izquierda. Lleva un año y dos meses con una guerra entre grupos del crimen organizado que ha generado más de dos mil muertos. Rocío Nahle, en Veracruz, fue criticada por su tardía respuesta ante las inundaciones que devastaron municipios petroleros en octubre, pues mientras los damnificados pedían ayuda, la gobernadora aparecía en eventos públicos minimizando la emergencia. Y Alejandro Armenta, en Puebla, reaccionó con la misma frialdad cuando las lluvias dejaron colonias enteras bajo el agua; se limitó a decir que “no era momento de buscar culpables”. Layda Sansores, en Campeche, sigue más preocupada por sus pleitos políticos que por la ola de robos, extorsiones y homicidios que golpean a la capital.
A los escándalos de seguridad se suman los ataques a la libertad de expresión. Veracruz y Michoacán siguen siendo de los estados más peligrosos para ejercer el periodismo, con casos recientes de amenazas y censura a comunicadores. En Sonora, activistas y reporteros denuncian la falta de garantías para cubrir temas de violencia o corrupción. En Puebla y Campeche, los medios locales enfrentan acoso judicial y presión económica de sus gobiernos.
Y fuera del círculo de Morena, el panorama también preocupa. Guanajuato, gobernado por la panista Libia Denise García, mantiene desde hace años el liderazgo en homicidios dolosos. Sigue siendo el estado más violento del país, con más de 2 mil 500 asesinatos en los primeros nueve meses de 2025.
Este clima golpea directamente a la presidenta Sheinbaum. Su estrategia de seguridad, basada en la coordinación con los estados y municipios, se pone en entredicho cada vez que un gobernador o edil deja de hacer su trabajo.
Y aunque el gobierno presume una reducción de 32.9% en homicidios dolosos desde septiembre de 2024, la percepción de inseguridad creció. Sheinbaum lo sabe y la irritación se le nota. Este lunes arremetió contra la prensa y sus críticos, a quienes llamó “carroñeros” por exhibir las tragedias.
Los gobernadores del desastre son el espejo más crudo del país. La presidenta puede culpar al pasado y en parte tiene razón: la violencia es un legado que viene de sexenios panistas y priistas, pero después de siete años de gobiernos morenistas, el discurso ya no basta. Si Sheinbaum quiere salvar su narrativa de cambio, deberá empezar por poner orden dentro de su propio partido. Porque mientras sus gobernadores sigan hundidos en la ineptitud y la arrogancia, cualquier intento de reconstruir la paz seguirá siendo una promesa vacía.
Columna: Arde Michoacán; piden revocación de Ramírez Bedolla
Por segundo día consecutivo Michoacán vivió una ola de protestas y manifestaciones en contra del gobernador Alfredo Ramírez Bedolla y para exigir justicia por la muerte del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, asesinado el sábado pasado por sicarios del narcotráfico. Las calles -- leer más
Noticias del tema