México y EU, tras la muerte del Papa Francisco
Mario MaldonadoEl fallecimiento del Papa Francisco desató una serie de movimientos políticos a nivel internacional y local, relacionados con el apoyo moral que el Sumo Pontífice brindaba a los migrantes mexicanos en territorio estadounidense y con la influencia que la orden de los Jesuitas tiene en la institución de la Iglesia.
De entrada, fue revelador que el presidente estadounidense Donald Trump haya confirmado su presencia en los funerales del Papa Francisco, principalmente porque se enfrentaron en diversas ocasiones por temas migratorios.
Jorge Mario Bergoglio fue un férreo opositor de las políticas de deportaciones masivas de Estados Unidos y del proyecto de construcción del muro en la frontera con México. Alguna vez dijo públicamente que “una persona que piensa solo en construir muros, donde sea que estén, y no en construir puentes, no es cristiana”.
En respuesta, Trump lo catalogó como un “peón de México” y calificó de “vergonzoso” el que un líder religioso se atreviera a cuestionar su fe. También se tiene registro que hace unos meses el llamado “zar fronterizo” de la actual administración estadounidense, Tom Homan, mandó a decir al prelado que dejara de opinar sobre sus temas de Seguridad Nacional.
La confrontación con el Vaticano vino acompañada de un acercamiento del equipo de Donald Trump con la Iglesia estadounidense, en especial con la decena de cardenales que tienen sede en Estados Unidos y que tendrán derecho a voto en el cónclave que se llevará a cabo en los primeros días de mayo.
Entre los probables religiosos que podrían tomar el lugar del Papa Francisco se encuentran un par de cardenales de los Estados Unidos: el Arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan, y el Prefecto del Dicasterio para los Obispos, Robert Francis Prevost.
Ambos perfiles son catalogados conservadores, contrarios a las ideas progresistas de Bergoglio y más cercanos a la forma de pensar de Trump. La idea de contar con un jefe de la Iglesia seguramente ha rondado la cabeza del empresario y político republicano y, pese a que las apuestas apuntan a que el nuevo Papa no será del continente americano, aún hay algunas posibilidades de que tal escenario se dé.
Para que esto suceda, los cardenales estadounidenses deberán superar a los europeos en la votación dentro de la Capilla Sixtina, principalmente a los italianos, quienes reclaman el cargo que se les ha negado por casi 50 años. Los “papables” favoritos de ese país son los cardenales Matteo Mará Zuppi y Pierbattista Pizzaballa.
El tema toma relevancia en un escenario geopolítico de “guerra fría” entre Estados Unidos y China, y en el que Europa se ha visto particularmente débil y apagada. Ahora querrá reclamar sus fueros en el ámbito religioso, aunque también hay posibilidades de que llegue un Papa del continente asiático.
En materia local, el fin del periodo papal del jesuita Jorge Mario Bergoglio también tendrá sus efectos en México, no sólo por la cercanía del Papa Francisco con nuestro país, y por las visitas recurrentes de empresarios y políticos mexicanos al Vaticano para fotografiarse y recibir la bendición del Sumo Pontífice.
Pese a esa estrecha relación, que incluso presumió este martes la presidenta Claudia Sheinbaum, la jefa del Estado mexicano no asistirá a los funerales como otros líderes mundiales y enviará en su lugar a la secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez.
La ministra Loretta Ortiz Ahlf, quien presumía su cercanía con el Sumo Pontífice y con su orden religiosa, también resentirá la partida del Papa Francisco. “Tengo una buena relación con los Jesuitas, para mí la llegada del Papa Francisco fue más que afortunada para tener una iglesia comprometida con los que menos tienen, con los derechos humanos de esas personas y en especial con los migrantes”, dijo durante un recorrido este lunes por las calles del centro de la Ciudad de México.
En su momento, Ortiz Ahlf aseguró que el Papa vendría o participaría vía remota en las mesas de pacificación de Andrés Manuel Lopez Obrador durante su transición a la Presidencia, cosa que no sucedió, porque no se podía hasta que asumiera el cargo.
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