Religión y represión política
Jean MeyerEn mi libro Una guerra ortodoxa, cuento el apoyo del Patriarcado de Moscú, cabeza de la gran Iglesia Ortodoxa de Todas las Rusias, a la mal llamada “Operación Militar especial” de Rusia contra Ucrania, una guerra total que ha rebasado los 1,300 días. El libro salió seis meses después del inicio de la guerra y desde aquel entonces la Iglesia Ortodoxa rusa, no solamente sigue hablando de “guerra santa” contra los ucranianos “neo-nazis satanistas”, sino participa efectivamente a la rusificación intensiva de los territorios ocupados en el Este de Ucrania. La Iglesia moscovita se apoderó de 1,600 parroquias en los territorios ocupados de los distritos de Donetsk, Luhansk, Kherson y Zaporizhiya.
En Rusia misma, la minoría de fieles y sacerdotes opuestos a la guerra, fieles al Evangelio de paz, sufren una persecución sistemática por parte de su Iglesia, sin que sea necesario la iniciativa del Estado. Como en los antiguos tiempos, el Estado presta a la Iglesia su brazo secular para armar procesos y condenar. La Iglesia no se ensucia las manos, se limita a denunciar, a negar los sacramentos a los fieles “descarriados”, a suspender a los clérigos “rebeldes”.
El 15 de marzo de 2022, a tres semanas del inicio de la guerra, Anastasia Parshkova se paró enfrente de la catedral del Salvador en Moscú, con una pancarta que decía. “Sexto mandamiento NO MATARÁS”. Fue detenida y condenada. Fue la primera persona castigada. Es difícil conseguir información, pero está comprobado que, por lo menos, un centenar de líderes religiosos han sido víctimas de diversas formas de represión: entre los ortodoxos, diecisiete sacerdotes han sido despojados de su clericatura, catorce suspendidos, siete obligados a jubilarse.
Ninguno por faltas canónicas, todos por haberse negado a bendecir la violencia, o, simplemente, por haber rezado por la paz en lugar de hacerlo por la victoria, como lo exige el patriarca Kirill. Varios fieles han muerto en custodia. Debo la información al ruso Serguei Chapnin, cuyo apellido es muy presente en mi libro. Profundamente cristiano, con formación teológica, fue el editor en jefe del Patriarcado de Moscú durante quince años, hasta diciembre de 2015, cuando el patriarca Kirill que lo había nombrado, lo despojó de todas sus funciones por una conferencia en la cual criticaba la agresión contra Ucrania. En 2022 se exilió, pero conoce personalmente varios de los sacerdotes perseguidos que son viejos amigos.
Así del P. Iván Koval, denunciado y exclaustrado por haber dicho “paz” en lugar de “victoria”. Lo que duele más es que los ortodoxos rusos, a la diferencia de los católicos y de los protestantes que sufren únicamente a manos del Estado, son sometidos a la doble presión de las autoridades civiles y eclesiásticas. Serguei Chapnin afirma, con toda razón, que “la coordinación Iglesia/Estado representa una traición profunda a la tradición ortodoxa.
Cuando la Iglesia se vuelve un instrumento de la violencia estatal, usando como armas antiguos decretos canónicos contra los que predican la paz, deja de ser la Iglesia de Cristo. No es solamente una crisis política, es una emergencia teológica que golpea la naturaleza misma de lo que significa ser el Cuerpo de Cristo” (Es la definición de la Iglesia según San Pablo).
Serguei Chapnin, a petición de la ONU, redactó el informe, “Comunidades religiosas bajo presión: Documentando la persecución religiosa en Rusia, 2022-2025”. Comenta: “¿Cómo puedo quedarme callado cuando jóvenes seminaristas en Moscú sufren en detención por el FSB (el antiguo KGB), bajo el peso de acusaciones fabricadas de terrorismo y son torturados por su herencia ucraniana y sus convicciones pacifistas?”.
Denuncia desde el primer día la agresión rusa que mata ucranianos todos los días y el hecho de que, al mismo tiempo, cientos de sacerdotes, venidos de Rusia y partidarios de la guerra, apoyan activamente la ofensiva militar de su ejército y la rusificación a ultranza de la Iglesia ortodoxa en la Ucrania ocupada.
Columna: El día de la Presidenta y (¿su?) nuevo Poder Judicial
El 1 de septiembre de 2025 será un día inolvidable para Claudia Sheinbaum. Desde temprano, la presidenta entregará su Primer Informe de Gobierno, y horas más tarde se pondrá en marcha la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y la renovación de todo -- leer más
Noticias del tema