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Un premio para los venezolanos y contra la dictadura

Salvador García Soto
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Lo dijo muy bien, con sencillez y con humildad María Corina Machado cuando le informaron, vía telefónica, que el Premio Nobel de la Paz de este año 2025 se lo habían otorgado a ella: “Me siento honrada, conmovida y muy agradecida a nombre del pueblo venezolano. Aún no hemos llegado, pero estoy segura de que ganaremos. Este es sin duda el mayor reconocimiento a nuestro pueblo, que verdaderamente lo merece”.

Porque el reconocimiento que decidió entregarle el Comité del Nobel no es sólo a su persona y a la lucha pacífica y democrática para tratar de terminar con la dictadura asesina y opresora de Nicolás Maduro en Venezuela. El Premio Nobel es para todos los venezolanos que han muerto a manos del régimen madurista, cerca de 10 mil en los 10 años que se ha perpetuado en el cargo, según la ONG Provea. Es también para todos los venezolanos perseguidos, encarcelados y desaparecidos en las protestas de agosto de 2024 por el fraude descarado y burdo con el que el dictador se robó las elecciones presidenciales de ese año, en las que la represión militar del régimen dejó al menos 25 muertos y más de 2,200 detenidos por exigir que se respetara el triunfo del candidato opositor Edmundo González.

Y también el Nobel es para los casi 8 millones de venezolanos que, en éxodo masivo, han abandonado su país, no siempre por voluntad propia, para huir de la violencia, la miseria y el hambre al que los ha llevado una década de autoritarismo, saqueo de recursos y hasta constitución de un cártel de drogas criminal y terrorista, definido así por el gobierno de los Estados Unidos, que conforman generales y militares del Ejército Bolivariano y que lidera el dictador hoy buscado por la justicia estadounidense y por cuya cabeza se ofrece una recompensa de 50 millones de dólares.

A todos esos venezolanos que han sido víctimas del régimen madurista y que, aun a costa de sus vidas, de perderlo todo o incluso de su libertad han peleado contra la dictadura, son a los que reconoce el Comité Noruego del Nobel, al nombrar a María Corina Machado como la ganadora del premio que reconoce los esfuerzos por lograr la paz y la convivencia civilizada entre los seres humanos. Porque al final Machado se convirtió en la líder de un pueblo atribulado, desesperado y cansado de escuchar discursos demagógicos de sus gobernantes, que viven en la opulencia y el derroche, mientras la mayoría de los venezolanos están sumidos en la miseria y la necesidad.

“Machado ha sido una figura clave para la unificación de la oposición política que en su día estuvo terriblemente dividida. Una oposición que encontró un terreno común en la exigencia de las elecciones libres y un gobierno representativo. Venezuela ha pasado de ser un país relativamente democrático y próspero, a convertirse en un estado brutal y autoritario”, dijeron los integrantes del Comité que otorgan el prestigiado galardón al que muchos aspiran pero pocos logran y que, incluso este año, tenía como uno de sus aspirantes al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

María Corina Machado, quien ha tenido que vivir en la clandestinidad desde el 2024, ante la persecución de que es objeto por parte de Maduro, logró lo que ningún líder político había podido hacer en Venezuela desde la llegada al poder del chavismo, que comenzó en 1999 con el primer mandato de Hugo Chávez y continuó a partir de 2013 cuando, tras la muerte del general, asumió el poder Nicolás Maduro, que cumple ya 12 años de dictadura. Cuando el crecimiento de la imagen de Machado fue visto como una amenaza para el régimen madurista, éste la inhabilitó políticamente, pero ella no se rindió y apoyó la candidatura presidencial de Edmundo González en las pasadas elecciones de agosto del 24.

Por primera vez en 26 años de dictadura chavista, la oposición logró concitar la esperanza y la participación de millones de venezolanos que salieron a las urnas en esas elecciones con la idea de terminar ya el imperio de terror y hambre construido por Chávez y continuado por Maduro. Las actas que contenían el cómputo de los votos, en total 24,532 documentos que contenían el 81.7% de la votación total emitida el domingo 28 de julio del 2024, le daban un triunfo claro y contundente al candidato González y al movimiento liderado por Machado, con casi 70% de la votación, pero la Comisión Nacional de Elecciones, sin mostrar nunca sus actas ni aceptar las tres auditorías postelectorales que se habían programado para esa elección, le dio el triunfo a Nicolás Maduro por 51.7% de los votos y desoyó a los observadores internacionales y a la OEA, que cuestionaron la legalidad de ese resultado.

Fue entonces que emergió, aún más grande, el liderazgo de María Corina que, ante el enojo y la frustración de millones de venezolanos, que salieron a las calles a protestar, en su mayoría jóvenes y mujeres, apoyó en todo momento la protesta y el reclamo pero llamó siempre a hacerlo por la vía pacífica y buscó el apoyo de la comunidad internacional que, si bien llegó en forma de reclamos, notas diplomáticas y hasta el desconocimiento del gobierno de Maduro y el reconocimiento a Edmundo González como ganador de los comicios por varios países, encabezados por Estados Unidos, al final las naciones dejaron solos a los venezolanos que sufrieron una brutal represión, persecución y hasta asesinatos por exigir que se respetara el resultado de las votaciones y rechazar el fraude.

Ayer, desde la clandestinidad donde aún se esconde, Machado publicó un mensaje en sus redes sociales, con el que reiteró que el Nobel no es sólo para ella sino para todos los venezolanos que hoy siguen luchando por derrocar al dictador asesino: "Estamos en el umbral de la victoria y hoy más que nunca contamos con el Presidente Trump, el pueblo de Estados Unidos, los pueblos de América Latina y las naciones democráticas del mundo como nuestros principales aliados para lograr la Libertad y la democracia. ¡Venezuela será libre!".

Veremos si el efecto de este premio que sorprendió a la comunidad internacional por su enorme mensaje político alcanza para que la larga y dolorosa lucha de muchos venezolanos rinda frutos. Y también si el fallido suspirante por el Nobel de la Paz, Donald Trump, finalmente cumple sus advertencias y amenazas, y deja de jugar a la guerrita contra las drogas hundiendo lanchas venezolanas y se decide a buscar la detención del que ya clasificó como el “líder del Cártel de los Soles”, haciendo a un lado las simulaciones y los intereses económicos que Estados Unidos tiene en el codiciado petróleo venezolano. ¿Volverá por fin la paz y la democracia para Venezuela y los venezolanos?

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